Un día mientras lamia mi chupetín, porque eso yo no lo chupo, si no lo lamo. Suavemente voy enrollando mi lengua rosada alrededor del caramelo artificioso[1] y sorbo su dulzura sabor a mora, pero regresemos al tema principal.
Yo caminaba lamiendo mi dulce viendo las nubes para buscarles una forma (ese día estaba despejado y me sentí un poco frustrada), cuando vi un globo rojo volar por los aires y pensé: “¡Qué bonito!, el globo se elevaba y se perdía de mis ojos, entonces me caí.
Sabe Dios, cuanto tiempo pase alli. El globo desaparecio de la vista. Yo seguia alli desparramada con el cabello derramado a un lado.
¿Alguien me habrá visto tendida en el piso?. Al despertar, mi vestido estaba sucio por la tierra donde había caído, mis cabellos me daban en la cara y mi chupachu estaba perdido. Me senté un poco desconsolada y mire el cielo.
Oscuro y grande, los ojos de la Noche brillaban ingenuos. Pensé, “Mira que gracioso” y me reí.
UN GLOBO ME HABIA ENGAÑADO Y ROBADO MI CHUPETIN!
Aun con el gusto en los labios, mi lengua se dio una voltereta y me pidió otro más. Ya era noche pero nunca le he negado nada a mi rosada lengua suave.
[1] Me refiero al chupetín, no sabia como llamarlo sin tener que repetir mucho esa palabrita caramelosa.
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